Cuántas
veces he imaginado vivir en un mundo hermoso,
lleno
de gentes buenas,
sinceras
en sus besos
y
generosas en abrazos.
Cuántas
veces he pensado en vivir rodeada de verdades,
de
miradas limpias,
de
manos que se ofrecen a levantarme
del
suelo
de
la pena,
del
odio que me mira cada vez que apareces.
Han
sido muchas,
muchas,
las
veces que prometí cerrar la llave a mi
coherencia
para
dejar pasar a lo absurdo
del
no pensar
y
no sentir.
Pero
no lo he conseguido.
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