Te levantas.
Quieres caminar un sendero
muy difuso,
embarrado,
tortuoso y empinado.
Abres tus ojos y tu boca a la
vida
y las preguntas te asaltan
sin respuesta.
Lo que está ya no lo quieres
y lo que quieres ya no está.
Sufres.
Esperas.
La vida está pasando.
No la dejes.
¡Síguela!
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