Llovían lágrimas del cielo
sobre el manto sobrecogido
y asustado
que invadía toda una calle.
El vaivén de tu mirada
de tu sonrisa
de tu verdad
se balanceaba sobre todos
sin dejarnos pensar en nada más.
Llovían lágrimas de rabia
y de pena.
Y en cada una aparecías tú,
tú sonriendo
tú caminando
tú queriendo
tú…VIVIENDO.
Había otras formas
diferentes de marcharse
y elegiste la única que podía dejarnos
tu imagen intacta,
limpia y perfecta
para siempre.
Llovían lágrimas negras
espesas…
y despacio,
muy despacio,
iban mojando la piel,
traspasándola,
dejando que tu vacío se instalara dentro.
Muy dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario