Son vuestras palabras las que me guían.
Vuestras risas las que me empujan y me llevan
hasta
un valle azul y extenso
donde el tiempo se para
y me deja sentarme con él.
Os escucho la alegría y la bondad blanca
como asoman
una y otra vez a mi vida,
y me río
y me río
y me río…
Y es ahí cuando siento la felicidad
que me recorre por entero,
y la agarro
( muy fuerte)
y le pido que se quede.
Que no se vaya NUNCA.
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